A veces durante los viajes llegamos a lugares que no eran protagonistas de nuestra ruta, ciudades que usas como conexión hacia tu destino principal o paradas espontáneas. En la segunda parte de «Mis notas de viaje» sobre Portugal te quiero contarles de dos ciudades que descubrí por mera curiosidad, ya que no figuran en los itinerarios comunes.
La flexibilidad en los viajes es un factor importante que he aprendido a disfrutar poco a poco, al principio no puedo negar que los itinerarios planeados me daban seguridad y a veces incluso intenté abarcar más en el menor tiempo posible, pero ir en contra del reloj no ayuda a disfrutar con calma los lugares nuevos, pocas veces se puede tener todo bajo control.
Tener flexibilidad es importante para descubrir una de las ciudades portuguesas mas lindas y pequeñas, pero la curiosidad siempre es el impulso principal. El nombre de esta ciudad es Águeda, queda aproximadamente a dos horas de Oporto, el viaje en tren es muy recomendable por sus paisajes.
La idea de hacer una parada en esta ciudad fue inspirada en una fotografía que encontré en internet, las fotos tienen tanto color que no quería perderme ver algo así, desde el tren que te deja en la pequeña estación hasta la entrada a la ciudad se van asomando los detalles que me cautivaron de este lugar.
Los colores y en particular la decoración de sus calles dan mucha personalidad a este pequeño poblado, pero no es lo único que esta ciudad ofrece, también tienen un festival de música y arte urbano que cada año atrae a más gente.
También tiene sus platillos locales, lo mejor es encontrar un buen lugar para comer un estofado de ternera cocinado lentamente y vino joven de la región. Otra recomendación es ir a la panadería principal y probar el pastel de nata acompañado de un café. Los sabores son muy auténticos y caseros.
Agueda es un lugar para pasear por sus calles, descubrir sus detalles coloridos y al atardecer subir al cementerio por sus escaleras, disfrutar las vistas y las postales mentales.
Es recomendable ir en verano durante el festival ya que la cartelera no es nada despreciable, hasta ahora no es tan masivo y se puede disfrutar sin multitudes, el ambiente es muy familiar y tranquilo.
La otra ciudad que me sorprendió es Aveiro, la razón para llegar hasta aquí fue que su estación de trenes (vale la pena mirar la arquitectura y los azulejos) es el punto de conexión para llegar desde el norte a Oporto y Lisboa.
Al ser una estación de paso para las ciudades grandes es un poco más conocida por lo que tiene mayor oferta en cuanto hospedaje, la ciudad tiene canales por los que se puede hacer un recorrido en barquito , pero nosotros preferimos hacerlo a pie, las calles también tienen sus peculiaridades, ya que en algunas puedes ver pescados tejidos flotando sobre tu cabeza o murales coloridos.
También se puede llegar a un par de playas que se encuentran cerca y visitar el faro. Por la noche se puede salir a cenar y tomar algo en el el centro, hay una buena oferta gastronómica y de bares.
Al buscar información sobre qué comer y dónde encontré un restaurante que tiene menciones en la lista Michelin y definitivamente es para ocasiones especiales ya que los precios son altos, pero no defraudará tu paladar, las porciones son pequeñas, como el código de los restaurantes de alta categoría lo acostumbran, pero definitivamente aquí encontré el bacalao mas rico que he probado, muy buenos vinos, postres sorprendentes y el servicio es buenísimo. Dejo el link del restaurante Sal Poente.
Las grandes ciudades tienen lo suyo, pero a veces huir de las filas y los circuitos turísticos tiene su encanto. Me quedan muy buenos recuerdos de estas ciudades, aprendí que en la vida y los viajes hay que tener curiosidad y flexibilidad, disfrutar de las pequeñas paradas, disfrutar el camino…
Próxima parada Oporto!